Mensaje urgente de un documental impulsado por una marca de ropa outdoor.

Desde los tiempos en los que los humanos viv&iacute;an en cavernas y sal&iacute;an a cazar su alimento hasta nuestra c&oacute;moda actualidad, en la que resolvemos el pedido de delivery por tel&eacute;fono. De una casa de campo en el Medioevo (con apenas dos ganchos en la pared: uno para la ropa de todos los d&iacute;as y el otro para la de ir a misa) al palacio de Versalles desde donde el rey Luis XIV digit&oacute; las leyes de etiqueta francesas para obligar a sus s&uacute;bditos a comprar nuevas sedas cada a&ntilde;o, (inventando as&iacute; las &ldquo;temporadas de la moda&rdquo;). De los inmensos vertederos de fast fashion, un mar de materiales sint&eacute;ticos y no biodegradables, al impoluto y modern&iacute;simo laboratorio de qu&iacute;mica anal&iacute;tica Oritain, en Nueva Zelanda, dedicado a rastrear el origen de los productos para garantizar su trazabilidad. De un momento hist&oacute;rico a otro, de un punto del mapa al siguiente, el documental The Shithropocene (en YouTube) teje un vertiginoso y entretenido relato que intenta explicar c&oacute;mo es que la humanidad lleg&oacute; a la situaci&oacute;n en la que nos encontramos. L&eacute;ase: una crisis ambiental sin precedentes, causada por nuestras propias acciones, de la cual se habla mucho pero todav&iacute;a se hace muy poco por revertir. De ah&iacute; que repensar la industria de la moda aparece como un aspecto vital: representa el 10 % de las emisiones de di&oacute;xido de carbono responsables del calentamiento global, adem&aacute;s de ser una de las principales fuentes de acumulaci&oacute;n descomunal de basura. En palabras de Elizabeth Paton, corresponsal de moda internacional para The New York Times: &ldquo;Google puede producir m&aacute;s de 88 millones de resultados de b&uacute;squeda sobre por qu&eacute; la moda es mala para el ambiente, pero el mundo sigue en un estado de disonancia cognitiva, alimentado por su voraz apetito por las tendencias desechables. Se proyecta que el consumo global de ropa, actualmente en 62 millones de toneladas por a&ntilde;o seg&uacute;n algunas estimaciones, alcanzar&aacute; los 102 millones de toneladas anuales para 2030. Un problema, dicen muchos observadores de la industria, es que gran parte del mensaje sobre moda y sostenibilidad puede ser demasiado aburrido, demasiado sermoneador y demasiado f&aacute;cil de ignorar&rdquo;.&nbsp;

&ldquo;La calidad es una cuesti&oacute;n ambiental: significa hacer las cosas mejor y, como resultado, poner menos cosas en el mundo&rdquo;

En este escenario, The Shitthropocene &ndash;palabra inventada que combina la referencia escatol&oacute;gica con la alusi&oacute;n al antropoceno para describir la era geol&oacute;gica actual, en que la actividad humana impact&oacute; la Tierra de manera profunda y negativa&ndash; busca ser una pel&iacute;cula disruptiva y refrescante. Y lo logra. Un resultado que, sin dudas, responde al hecho de haber sentado en la mesa de guionistas a tres talentos reconocidos en festivales de primer nivel como los de Cannes, Tribeca y Sundance, pero con recorridos previos muy distintos. Lyman Smith (especialista en documentar el cambio clim&aacute;tico con trabajos previos para los canales National Geographic y Discovery); Trevor Williams (realizador de cine y televisi&oacute;n de corte netamente humorista) y David Garrett Byars (documentalista pol&iacute;tico, director del multipremiado film de 2020 Public Trust) fusionaron armoniosamente sus estilos audiovisuales propios, generando un relato antropol&oacute;gico, de base neurocient&iacute;fica pero profundamente sat&iacute;rico de los h&aacute;bitos de consumo de la humanidad. &iquest;Otro condimento interesante? Es una producci&oacute;n de Patagonia, la marca de ropa outdoor fundada por el escalador y aventurero Yvon Chouinard en 1973. Tras convertirla en referente absoluto de la moda de lujo, en 2022, casi cincuenta a&ntilde;os despu&eacute;s, decidi&oacute; &ldquo;donarla al planeta&rdquo;: sorprendi&oacute; a sus propios empleados (unos tres mil) anunciando que ced&iacute;a el 98% de la empresa a un grupo de fideicomisos y ONG que combaten el da&ntilde;o ambiental. &ldquo;La calidad es una cuesti&oacute;n ambiental: significa hacer las cosas mejor y, como resultado, poner menos cosas en el mundo&rdquo;, argumenta la compa&ntilde;&iacute;a que, para el Black Friday de 2011, lanz&oacute; su campa&ntilde;a &ldquo;Don&rsquo;t Buy This Jacket&rdquo;. Desde hace d&eacute;cadas implementa una pol&iacute;tica de reparar, reusar, reciclar y reimaginar: cuando una prenda ya realmente no tiene salvaci&oacute;n, se encargan de recuperar la mayor cantidad de materia prima posible como insumo para sus futuras colecciones.&nbsp;
El documental incluye tambi&eacute;n testimonios sagaces de especialistas como Ann-Christine Duhaime, directora asociada del Centro de Medio Ambiente y Salud del Hospital General de Massachusetts, y la escritora y artista Sofi Thanhauser, autora del magn&iacute;fico libro Worn: A People&rsquo;s History of Clothing (Random House, 2022) de lectura recomendada para acompa&ntilde;ar el documental y reforzar las convicciones sobre la manera responsable y sostenible de consumir ropa.

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