Mientras filma la pel&iacute;cula basada en su novela Tesis sobre una domesticaci&oacute;n, Camila Sosa Villada habla sobre el origen y el final de su escritura, su infancia y su paisaje.

Su mano dibuja unos c&iacute;rculos invisibles en el aire; es la mano de una bailaora espa&ntilde;ola que suave se apoya en lo que no se ve, para marcar un ritmo, un pensamiento, una hilvanada a lo que est&aacute; por decir. Camila Sosa Villada se pausa y mira un espacio en el margen inferior izquierdo de la pantalla, como si fuera un vac&iacute;o en una esquina de su departamento en C&oacute;rdoba. Y dice: &ldquo;Hay algo detenido ah&iacute;, que no s&eacute; c&oacute;mo hacer para ponerlo en marcha, para que avance o retroceda respecto a mi imaginaci&oacute;n&rdquo;. Habla de su infancia. Su infancia como un paisaje de campo, de pobreza, de sufrimiento, de soledad, pero tambi&eacute;n de lectura y escritura, dos acciones que unieron a fuego el amor al &uacute;nico linaje que acepta, el de su mam&aacute; y su pap&aacute;. &ldquo;Lo primero que escribo en mi vida es mi nombre de var&oacute;n. Aprendo una peque&ntilde;a parte de m&iacute;&rdquo;. Y ya casi al final, otra vez, dice: &ldquo;La literatura est&aacute; dictaminada enteramente por la infancia. Que escribimos dictados por el ni&ntilde;o o ni&ntilde;a que fuimos&rdquo;.
Todo est&aacute; ah&iacute;, en el comienzo. En ese ni&ntilde;o en La Falda, que es ni&ntilde;a, que es travesti en Mina Clavero, que escribe, que lee, que se convierte en estudiante, trabajadora y prostituta en C&oacute;rdoba capital, en actriz, escritora y dramaturga. En un boom teatral en el unipersonal Carnes tolendas, la obra que estren&oacute; en 2009, en una promesa del cine en M&iacute;a con Rodrigo de la Serna, en una bloggera famosa con La novia de Sandro &ndash;que luego fue un libro de poemas&ndash;, en un verdadero &eacute;xito literario con Las Malas, traducida a m&aacute;s de diez idiomas y que obtuvo premios internacionales como el Sor Juana In&eacute;s de la Cruz, Finestres de Narrativa y el Grand Prix de l&acute;H&eacute;ro&iuml;ne Madame Figaro 2021. En cuentista con Soy una tonta por quererte, y ahora tambi&eacute;n en actriz protagonista de la historia que public&oacute; en 2019 y ser&aacute; reeditada en septiembre, la novela Tesis sobre una domesticaci&oacute;n, llevada al cine por Javier Van de Couter. Todo est&aacute; ah&iacute;, en la infancia y en la identidad.
Camila arranca de nuevo a dibujar con la mano, con las palabras. &ldquo;Y luego s&iacute;, por supuesto, el haber viajado tanto estos a&ntilde;os reafirm&oacute; esta idea: siempre-siempre son las travestis, nunca son personas trans o mujeres trans, siempre son travestis. En M&eacute;xico, en Suecia, donde sea que est&eacute;s y conozcas a un grupo de personas de la comunidad LGTB, o como sea que se llame ese menjunje, es muy notable c&oacute;mo ser travesti es otra cosa. No s&eacute; c&oacute;mo decirte, ves cuando se te acerca una travesti en cualquier lugar del mundo, bajo los privilegios que sean o bajo la miseria que sea. Eso es muy fuerte de comprobar y es una raz&oacute;n literaria adem&aacute;s, seguir desentra&ntilde;&aacute;ndolo, porque esos temas no se terminan&rdquo;.
Su universo, compuesto por un optimismo casi m&aacute;gico de vivencias personales liberadas del sufrimiento y deformadas hasta la alegr&iacute;a, matizadas por la mirada de una lectora &aacute;vida de narradoras como Marguerite Duras o pensadoras como Susan Sontag, avanza sobre ese inagotable tema: ser una travesti en el siglo XXI. Ser una mujer, amante, amada, productiva y fumona, persiguiendo el ocio, el vacacionar en el hogar, el despreocuparse de la miseria y ocuparse de lo real: el roce de las pieles, el abrazo, los colores de las bocas, de las palabras, el brillo opaco o dorado del encuentro entre personas. Eso es lo que m&aacute;s le importa, sin embargo trabaja, escribe y act&uacute;a sin parar.
&ldquo;Decid&iacute; escribirme mi carrera como actriz y las mujeres que quer&iacute;a interpretar&rdquo;, apunta en El viaje in&uacute;til, un peque&ntilde;o ensayo publicado en 2018. Ahora, en medio del rodaje de la pel&iacute;cula que guion&oacute; basada en su novela, Tesis sobre una domesticaci&oacute;n, Camila dice estar cansada. &ldquo;Me cost&oacute; meterme en la caja del cine donde est&aacute;s al servicio de un director, de una c&aacute;mara, de un foco. Y luego el personaje, que es de todos los que he escrito tal vez el que m&aacute;s quiero, en cuanto se parece tanto a m&iacute;, tiene tantas cosas que no me puedo explicar de m&iacute; misma, y cotejarlo en el set fue bastante doloroso&rdquo;, menciona sobre su papel. La novela &ndash;y por lo tanto la pel&iacute;cula&ndash; narra el &eacute;xito de una actriz travesti interpretada por Camila, la corre del lugar de v&iacute;ctima y la despoja de una mirada de conmiseraci&oacute;n. &ldquo;Este libro va hacia otro lugar porque ella ya se invent&oacute; una vida. Entonces, digo, &iquest;c&oacute;mo lo van a soportar los lectores? Salir del universo de las travestis prostituidas, de las travestis mancilladas y humilladas al mundo de una que est&aacute; de igual o incluso mejor que muchos, como es mi caso ahora&rdquo;.&nbsp;
La frase que sigue es casi obscena en este presente de crisis e inflaci&oacute;n. Y la dice con orgullo, porque le cost&oacute;, porque tiene derecho a estar orgullosa: &ldquo;Ya no miro los precios de lo que compro, me gusta/lo necesito/lo quiero y me lo compro&rdquo;. El orgullo es porque el dinero, para quien vio a sus padres trabajar sin ser retribuidos m&aacute;s que con m&aacute;s pobreza, significa tranquilidad: &ldquo;La felicidad es la guita&rdquo;.&nbsp;
Sin embargo, el romance. El romance aparece en su voz como una canci&oacute;n de Chavela Vargas: caliente, dulce y amarga. En estos a&ntilde;os de estrella de la literatura, Camila viaj&oacute;, y adem&aacute;s de comer, hablar como mexicana un tiempo para divertirse, para entrenar la lengua en el amor, conoci&oacute; otras formas, pero &iquest;cu&aacute;nto de eso entr&oacute; en su escritura? &ldquo;Me detuve a ver c&oacute;mo los tipos flirtean. En Europa no pasa nada, una vez estuve en Suecia y lo que menos sent&iacute; fue sexualidad en el aire, pero en Colombia o M&eacute;xico, incluso en Rosario s&iacute; me pas&oacute;, que te coquetean abiertamente, delante de tus amigos o de con quien est&eacute;s cenando. Hay alguien que te est&aacute; mirando, que se acerca y que te habla, y eso en Buenos Aires o en C&oacute;rdoba no me sucede. No s&eacute; qu&eacute; fue lo que pas&oacute;, si fue esta cosa punitiva sobre la interacci&oacute;n que tuvo el feminismo y que amedrent&oacute; a los tipos, incluso esta idea de la higienizaci&oacute;n, una esterilizaci&oacute;n sobre las relaciones, en el que el otro nunca termina de ser aut&eacute;ntico con vos salvo cuando se pelea. En eso s&iacute; me detuve, eso s&iacute; tiene para m&iacute; un valor literario&rdquo;.
El amor ya no es tan necesario como el aire que se respira. Ahora puede estar sola, porque tiene su historia, su infancia y su identidad, ese vasto campo para trabajar desde la comodidad de su casa. &ldquo;Creo que baj&eacute; las persianas, que me defend&iacute;. No encuentro otro lugar m&aacute;s interesante que ese oeste cordob&eacute;s, que ese paisaje, que esta ciudad, sus expresiones y c&oacute;mo se dibujan sus l&iacute;neas de afecto&rdquo;, dice, y en realidad abre, abre un futuro donde su materia parece inagotable.
Fotograf&iacute;as:<a href="https://www.instagram.com/ceciliaglik/">@ceciliaglik</a> Producci&oacute;n: <a href="https://www.instagram.com/simonamrivero/">@simonamrivero</a>. Estilismo: <a href="https://www.instagram.com/marianaschurink/">@marianaschurink.</a>

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