Una d&eacute;cada marcada por el candor y el individualismo que apela a las fibras sensibles de dise&ntilde;adores de hoy.

Las &eacute;pocas se suceden en las pasarelas, pero ninguna ha sido tan eterna fuente de inspiraci&oacute;n para los dise&ntilde;adores como la de los 90. Cuando la d&eacute;cada presente a&uacute;n recorre sus primeros a&ntilde;os, las tendencias de hoy son un subproducto de notables creadores y colecciones de esos tiempos, incluidos el minimalismo de Calvin Klein, el grunge de Marc Jacobs para Perry Ellis y la sensualidad elegante de Tom Ford en Gucci. Cada era de la moda regresa a su instante de mayor &eacute;xito, pero el minimalismo de los 90 perdura por una a&ntilde;oranza nost&aacute;lgica, un inter&eacute;s renovado en la individualidad y una relaci&oacute;n cada vez m&aacute;s cercana entre moda y celebridad.
Bajo el impacto de la recesi&oacute;n econ&oacute;mica, el panorama pol&iacute;tico influy&oacute; de manera profunda sobre el estilo de los inicios de 1990 con dos visiones claramente diferenciadas de la moda, ambas como reacci&oacute;n a la desmesura cultural y estil&iacute;stica de los 80. La primera fue el grunge, surgido a partir de la actitud de los consumidores j&oacute;venes &mdash;ap&aacute;tica en el mejor de los casos y antag&oacute;nica en el peor&mdash; hacia la econom&iacute;a y la inequidad social. Su persistente hipocres&iacute;a llev&oacute; a la decadencia y el ocaso. En su libro de 2001 Reinvention and Restlessness: Fashion in the Nineties [Reinvenci&oacute;n e inquietud: la moda en los 90], escribe Colleen Hill, Curadora de Vestimenta y Accesorios del Museo del Instituto de Tecnolog&iacute;a de la Moda (FIT): &ldquo;Las cr&iacute;ticas a los costosos dise&ntilde;os de inspiraci&oacute;n grunge de [Marc] Jacobs y otros se centraban a menudo en que era un look que pod&iacute;a realizarse con ropa de segunda mano (...) o con una gran variedad de reiteraciones de mucho menor precio&rdquo;.
El grunge &mdash;memorable pero fugaz&mdash;le cedi&oacute; su lugar al minimalismo. Como destaca Hill en su libro: &ldquo;Aunque la fantas&iacute;a es sin lugar a dudas importante, tambi&eacute;n lo es la vestimenta para la vida cotidiana. Esto cobr&oacute; especial significado durante los 90, cuando la moda ven&iacute;a de un per&iacute;odo de fantas&iacute;a que hab&iacute;a llevado a la mujer com&uacute;n a preguntarse si ella (y su guardarropa) eran adecuados&rdquo;. Inspiradas en siluetas sencillas para la mujer moderna, marcas como Prada, Helmut Lang y Jill Sander emplearon el material, la forma y el color de maneras novedosas y pr&aacute;cticas, capaces de atraer a un p&uacute;blico m&aacute;s amplio en un momento en que los h&aacute;bitos de consumo declinaban. La mochila de nylon de Miuccia Prada &ndash;ejemplo de sencillez y durabilidad&ndash; se convirti&oacute; en uno de los primeros iconos de la d&eacute;cada. La trayectoria de principios de los 90 parece reflejarse en la de 2020, que ha sufrido recesiones, una inflaci&oacute;n vertiginosa y una pandemia global, con la consiguiente retracci&oacute;n en la capacidad y el deseo de gastar. Siguiendo la huella de la Gen X, los millenials y la Gen Z buscan inspiraci&oacute;n en una era que alent&oacute; la personalidad dentro del minimalismo. Para fines de los 90, la reactivaci&oacute;n econ&oacute;mica cambi&oacute; las actitudes y las posibilidades de acceso en Occidente. En Gucci, Tom Ford marc&oacute; el regreso a un lujo posrecesi&oacute;n. No era el lujo insolente de los 80, sino una perspectiva que ofrec&iacute;a sastrer&iacute;a elegante, detalles atrevidos y materiales sensuales. El minimalismo, impuesto por marcadoras de tendencias como Carolyn Bessette-Kennedy, Carine Roitfeld y Gwyneth Paltrow, se afianz&oacute; y comenz&oacute; a asociarse con la &ldquo;chic city girl&rdquo; Si bien la aceleraci&oacute;n econ&oacute;mica a&uacute;n no ha llegado a los 2020, los 90 se reflejan en la industria en el deseo de un giro similar hacia la prosperidad y el optimismo luego de a&ntilde;os de temor existencial y modas que vienen y van en materia de meses, semanas y hasta d&iacute;as.

"No era el lujo insolente de los 80, sino una perspectiva que ofrec&iacute;a sastrer&iacute;a elegante, detalles atrevidos y materiales sensuales"

El hast&iacute;o de tanto &ldquo;core&rdquo; ha llevado sin duda a anhelar tiempos m&aacute;s simples, una moda m&aacute;s sencilla. Para quienes tienen la fortuna de desconocer el t&eacute;rmino, &ldquo;core&rdquo; es una tendencia de nicho que se difunde a trav&eacute;s de las redes sociales. Si bien es dif&iacute;cil rastrear d&oacute;nde y cu&aacute;ndo fue acu&ntilde;ado, &ldquo;normcore&rdquo;, est&eacute;tica sin g&eacute;nero que &ndash;iron&iacute;as aparte&ndash; celebraba la vestimenta sencilla, surgi&oacute; a comienzos de los 2010. Con el auge de Tik-Tok, las tendencias &ldquo;core&rdquo; regresaron con m&aacute;s fuerza que nunca. Babiecore, balletcore, cottagecore, fairycore, entre otras, giran en torno a una vibra y no abarcan solo la moda sino tambi&eacute;n el estilo de vida. El renovado inter&eacute;s en la moda sin afectaci&oacute;n de los 90 es en parte una reacci&oacute;n a un ciclo de tendencias con la que es imposible estar al d&iacute;a. En la actualidad, ciertos creativos est&aacute;n comenzando a realizar piezas que trascienden los ciclos &ldquo;core&rdquo;. Del mismo modo, algunos consumidores empiezan a invertir en el estilo personal y la sostenibilidad, a diferencia del predominio de estilos que solo tienen dos semanas de vida &uacute;til. Inspir&aacute;ndose en los 90, cubren ese anhelo y ofrecen una visi&oacute;n nost&aacute;lgica perdurable.
En los 90, con sus rostros c&eacute;lebres ya instalados en la cultura, las supermodelos marcaron una nueva era y cambiaron para siempre la relaci&oacute;n entre moda y celebridad. Hasta que surgieron Cindy Crawford, Naomi Campbell, Christy Turlington, Kate Moss, Claudia Schiffer, Tyra Banks y Linda Evangelista, la ropa era m&aacute;s famosa que ellas. Las S&uacute;per le aportaron singularidad a la industria, con el acento en la individualidad. Ten&iacute;an en com&uacute;n una actitud desenfadada, pero personalidades bien distintivas. Brillaron con luz propia en pasarelas, fotos de paparazzi y tapas de Vogue. Fueron fotografiadas un sinn&uacute;mero de veces fuera del ambiente de trabajo luciendo prendas que reflejaban sus propias preferencias, que se volvieron parte de la iconograf&iacute;a popular. La promoci&oacute;n de celebridades se torn&oacute; habitual y as&iacute; el look de la alfombra roja pas&oacute; a oponerse al de la vida cotidiana: estilizado en extremo, con una red de profesionales para lograr el look perfecto de los actuales embajadores y embajadoras de marca como Zendaya, Rihanna, Kim Kardashian y Hailey Bieber. Podr&iacute;amos estar asistiendo a un retorno a la est&eacute;tica informal de los 90 como rechazo a la imagen cultivada de Instagram.
Evocar los 90 no implica que un dise&ntilde;ador deba limitar su creatividad a un enfoque &uacute;nico. La moda de esos a&ntilde;os fue a la vez pr&aacute;ctica y rom&aacute;ntica, simple y detallada, producto de la reflexi&oacute;n y espont&aacute;nea. En Gucci, el director creativo Sabato de Sarno explora y reelabora temas minimalistas y siluetas sensuales, en una recreaci&oacute;n del estilo distintivo de Tom Ford. De esta manera, de Sarno &mdash;hijo de los 90 en todo sentido&mdash;marc&oacute; un giro, alej&aacute;ndose de la visi&oacute;n maximalista de Alessandro Michele. Y Miu Miu present&oacute; paletas apagadas con una minuciosa atenci&oacute;n a las materialidades.
El perdurable atractivo cultural de los 90 es un claro indicador de la mutua influencia entre cultura y moda. Fueron una d&eacute;cada plena de aspiraciones. La econom&iacute;a pas&oacute; de la crisis a la prosperidad; una sociedad posmoderma recibi&oacute; de buena gana la singularidad; surgieron vestimenta, arte e im&aacute;genes ic&oacute;nicos. Para muchos pareci&oacute; haberse llegado a la &uacute;ltima gran frontera previa al milenio, una d&eacute;cada sumida en la incertidumbre y el miedo, pero ansiosa de esperanza. No es de extra&ntilde;ar, entonces, que ese per&iacute;odo encuentre resonancia en la moda hoy.

Traducci&oacute;n: Silvia Villegas

Los inolvidables 90

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