Con ecos de Pasolini y Buñuel, se abrió paso desde los márgenes. Entre la moda y la cultura popular, una colección de héroes anónimos.

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Si existe un punto donde situar el cruce justo entre naturaleza y cultura, ah&iacute; mismo est&aacute; el ojo de <a href="http://www.gustavodimario.com/">Gustavo Di Mario</a>. Autodidacta, como le gusta definirse, desde sus primeras fotograf&iacute;as se acerc&oacute; al mundo de un modo que a cualquier antrop&oacute;logo le hubiese llevado a&ntilde;os de formaci&oacute;n. Eso que algunos llaman extra&ntilde;amiento o distancia, para Di Mario es la condici&oacute;n irrenunciable de su trabajo.&nbsp;&ldquo;Siempre me gust&oacute;&nbsp;poner la mirada en un lugar diferente, no estar detr&aacute;s del personaje obvio o el exitoso. Ver belleza ah&iacute; donde nadie la ve. Sent&iacute;a una curiosidad extrema por la vida ajena, por meterme en sus casas y pasar lo m&aacute;s desapercibido posible&rdquo;.

Trabaj&oacute; en las revistas de moda m&aacute;s prestigiosas, tanto nacionales como internacionales, pero su inter&eacute;s fue mucho m&aacute;s all&aacute; y a medida que su archivo personal crec&iacute;a, necesit&oacute; crear otros canales de difusi&oacute;n donde compartir esa curiosidad con otros. As&iacute; aparecieron Lunfarda y El Plumero, publicaciones hoy de culto, alejadas de cualquier l&oacute;gica comercial, por las que desfilaron los personajes m&aacute;s interesantes de la contracultura local, vedettes retiradas o medi&aacute;ticos sepultados por el tiempo. Pero sin duda, los protagonistas centrales fueron esos h&eacute;roes an&oacute;nimos de la cultura popular, trabajadores y deportistas amateurs retratados en vestuarios de clubes de barrio. Boxeadores que se ganaban la vida de otra cosa, futbolistas de potrero y gauchos corridos de eje de eso que llaman tradici&oacute;n. As&iacute;, Di Mario se meti&oacute; con los &iacute;conos de la masculinidad y los hizo estallar desde dentro, aun cuando la deconstrucci&oacute;n todav&iacute;a no era un t&eacute;rmino en boga. &ldquo;La sensualidad est&aacute; en todos lados, incluso donde nadie se la imagina. Fue disruptivo retratar varones con una atm&oacute;sfera de erotismo porque siempre est&aacute; vedado ese plano&rdquo;.

Foto para la revista Barzón. Estilismo #estilismodesimona.

Fiel a su estilo, logr&oacute; imponer su idea, incluso para las marcas masivas. En ese camino, cont&oacute; con dos aliadas imprescindibles: la estilista <a href="https://www.instagram.com/simonamrivero/?hl=es-la">Simona Mart&iacute;nez Rivero</a> y <a href="https://www.instagram.com/marianaschurink/?hl=es-la">Mariana Schurink</a>, quien fue primero su modelo fetiche y despu&eacute;s una c&oacute;mplice en las producciones. &ldquo;Conoc&iacute; a Gustavo en 1994. Llegaba de pasar un tiempo en la India, usaba unos turbantes divinos, perfume de nardos y fumaba cigarrillos bidis. Yo hac&iacute;a vestuario de teatro y era seguidora de los grandes reporteros gr&aacute;ficos: Robert Capa, Gerda Taro, Inge Morath, Cartier-Bresson. Una tarde vino a casa y me mostr&oacute; sus im&aacute;genes en copias blanco y negro en papel Ilford. Qued&eacute; impactada, ten&iacute;an un estilo &uacute;nico. Me propuso que fuera su productora y acept&eacute; inmediatamente&rdquo;, cuenta Simona. Por su parte, Mariana recuerda: &ldquo;Mis trabajos con &eacute;l empezaron cuando ten&iacute;a 14 a&ntilde;os, como modelo, y luego formamos equipo. Nunca dud&aacute;s si la fotograf&iacute;a que est&aacute;s mirando es de Di Mario o no. En su obra no hay repeticiones o piloto autom&aacute;tico, ni poses estereotipadas o acartonadas. Hay un redescubrir constante de la belleza sutil y un perpetuo resignificar de lo est&eacute;tico&rdquo;. Ambas coinciden en que, adem&aacute;s del talento, lo que distingue a Di Mario es su calidad humana y que desde ah&iacute; se acerca a sus retratados.

Si bien &eacute;l dice que es muy dif&iacute;cil hablar de un denominador com&uacute;n en la fotograf&iacute;a de Am&eacute;rica Latina, destaca que existe una actitud frente al trabajo. &ldquo;Hemos hecho producciones de primer nivel con presupuesto cero. La mirada latinoamericana est&aacute; marcada por la supervivencia y por salir a lucharla a pesar de todo&rdquo;.

Mariana Schurink en Playa Esmeralda, Ecuador.

Esas series se materializaron en dos libros, Interior y Potrero, compilados de im&aacute;genes exquisitas donde los protagonistas nos miran a los ojos y revelan una profundidad que solo un alma sensible como la de Gustavo puede captar. Potrero fue seleccionado por Foto Espa&ntilde;a como uno de los mejores libros de fotograf&iacute;a latinoamericana.

Hacerse un lugar dentro del mundo de la moda no fue f&aacute;cil. Le llev&oacute; a&ntilde;os que respetaran su punto de vista, la elecci&oacute;n de los personajes fuera de canon y la temporalidad de las im&aacute;genes que resisten la mirada retrospectiva. &ldquo;La moda destruye todo para despu&eacute;s volver a juntarlo dentro de diez a&ntilde;os. En lo que se muestra hay algo muy estereotipado, solo ligado a lo que se vende&rdquo;, dice.

Foto portada:&nbsp; Miqueo para revista Barz&oacute;n. Estilismo #piareystylist.

Gustavo Di Mario, el fotógrafo de la mirada oblicua

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