En El artista de la cuchilla, Irvine Welsh regresa al universo que mejor conoce: el de los inadaptados de Trainspotting.

En una de las escenas m&aacute;s recordadas de Trainspotting (Danny Boyle, 1996), los personajes est&aacute;n sentados en la parte alta de un pub. Liquidan sus pintas de lager y escuchan a Begbie &ndash;integrante de ese grupo de outsiders de Edimburgo&ndash; contar la an&eacute;cdota que protagoniz&oacute; d&iacute;as antes. Al finalizar el relato, arroja el vaso hacia atr&aacute;s, a la zona principal del bar. El artefacto impacta de lleno en la cabeza de una chica. Entonces Begbie, envalentonado por la adrenalina, baja las escaleras, pregunta qui&eacute;n fue el que tir&oacute; el vaso e inicia una pelea con otros parroquianos.
Esos minutos funcionan como una s&iacute;ntesis del humor y la violencia que caracterizan la prosa de Irvine Welsh, el escritor escoc&eacute;s que public&oacute; aquella novela que llegar&iacute;a a la pantalla grande a mediados de la d&eacute;cada de 1990 con un &eacute;xito arrollador. Es la historia de unos forajidos yonquis que buscan su lugar en el mundo, aunque saben de antemano que el mundo no cuenta con un lugar para ellos.

La gran inc&oacute;gnita del final de esta historia pasaba por saber qui&eacute;n pod&iacute;a salvarse de ese destino. Welsh opt&oacute; por continuar la saga y arrojar algunas pistas en una secuela con su respectivo desembarco en los cines, tambi&eacute;n dirigida por Boyle (Trainspotting 2, que incluye varias ideas de su novela Porno, de 2002). Y en su m&aacute;s reciente libro traducido al castellano, El artista de la cuchilla (Anagrama), retoma ese universo para concentrarse en la vida de Begbie, el barrabrava de bigote cuyo leitmotiv era la violencia.&nbsp;
Nos cuenta ahora que su existencia dio un vuelco de 180 grados. Se mud&oacute; a California, form&oacute; una familia y borr&oacute; todo rastro de su vida anterior, hasta su nombre: ahora se hace llamar Jim Francis y es un artista bastante prestigioso. M&aacute;s concretamente, es escultor y realiza bustos distorsionados de celebridades. Entre sus clientes se destaca la cr&egrave;me de la Costa Oeste estadounidense. Sin embargo, recibe una llamada del otro lado del Atl&aacute;ntico, de ese pasado que intent&oacute; eliminar. Una muerte cercana lo obliga a volver a Edimburgo y all&iacute; comienza el n&uacute;cleo de la novela de Welsh: &iquest;Es posible, de verdad, esconder el pasado?

La historia del pandillero que se rescata a s&iacute; mismo y empieza a hacerse un lugar en el mundo del arte encuentra un paralelismo en la propia vida de Welsh.

En aquella escena del bar en Trainspotting, otro de los personajes resume el concepto de la amistad de manera bastante retorcida: &ldquo;Begbie es un maldito psic&oacute;pata, amigo. Pero es un amigo, &iquest;qu&eacute; puedes hacer?&rdquo;. Podr&iacute;amos decir que en El artista de la cuchilla esa pregunta es el motor narrativo. A partir del anuncio del asesinato de uno de sus hijos, Begbie regresa como un detective marginal que busca las huellas del autor del crimen para llevar adelante una venganza.&nbsp;
El artista de la cuchilla tambi&eacute;n tendr&aacute; su versi&oacute;n audiovisual. El actor Robert Carlyle, quien interpret&oacute; a Begbie en ambas Trainspotting, dijo en una entrevista que The Blade Artist (tal su t&iacute;tulo original) se convertir&aacute; en un spinoff en formato de serie televisiva.&nbsp;
&ldquo;(Begbie) descubri&oacute; el arte mientras estaba en prisi&oacute;n, se dedic&oacute; a la escultura. Y termina cas&aacute;ndose con su terapeuta de la c&aacute;rcel, lo que supongo que es una especie de camino trillado que ocurre mucho. He investigado y estudiado eso, suele suceder. Termin&oacute; en California, con una esposa, dos hijas, y sus obras de arte han sido tomadas por las celebridades&rdquo;, coment&oacute; Carlyle en esa nota a Sky News.&nbsp;
De modo que es muy probable que en 2022 la novela de Welsh vuelva a escalar posiciones a partir de esta adaptaci&oacute;n.&nbsp;
Cabe preguntarse tambi&eacute;n si es su libro m&aacute;s autobiogr&aacute;fico. La historia del pandillero que se rescata a s&iacute; mismo y empieza a hacerse lugar en el mundo del arte encuentra un paralelismo en la propia vida de Welsh. De origen proletario en Edimburgo, se vuelve una celebridad literaria a partir de Trainspotting y su adaptaci&oacute;n al cine.&nbsp;
Adem&aacute;s, ese pasado que convoca a Begbie, como el llamado que inicia el &ldquo;viaje del h&eacute;roe&rdquo; &ndash;t&eacute;rmino creado por el antrop&oacute;logo Joseph Campbell para definir el modelo b&aacute;sico del relato &eacute;pico&ndash; tambi&eacute;n podr&iacute;a aplicarse a la saga de Trainspotting: el protagonista siempre termina regresando all&iacute;, al grupo de inadaptados que lo marcar&iacute;an de por vida, como si nunca hubiera logrado salir de ese viejo y familiar pub escoc&eacute;s.

El filo del pasado

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