La modelo y actriz realiza una breve rese&ntilde;a sobre el estreno nacional.&nbsp;

Bertha Mulher, (personaje escrito e interpretado por Valeria Bertucceli) es una exitosa escritora que viste Louis Vuitton y veranea en Punta del Este. A trav&eacute;s de cada escena Bertha deja ver de a poco la psicopat&iacute;a que maneja y c&oacute;mo logra enga&ntilde;ar a todo el mundo, pero sobre todo a sus lectores.&nbsp;
El g&eacute;nero comedia va acercando al espectador a la idea de que todo es una gran farsa, pero adem&aacute;s, la crueldad va disfrazada de superioridad moral y para cuando nos dimos cuenta ya hizo todo el da&ntilde;o posible.&nbsp;
Cualquier personalidad que logre emerger y volverse tan representativa encarna, condensadas en un solo cuerpo, caracter&iacute;sticas colectivas con una densidad de tan alto voltaje que se le vuelven demasiado pesadas y que luego la lleva a la locura. En el caso de Bertha, la protagonista de la segunda pel&iacute;cula de Valeria Bertucceli, muestra en cuotas y con mucho humor, c&oacute;mo se compone el c&oacute;digo moral de esta mujer que se podr&iacute;a calificar de psicopata, sociopata, y mentirosa compulsiva.&nbsp;
Es una madre tan ensimismada en disimular su maldad y tapar sus chanchullos, que logra incluso olvidar el cumplea&ntilde;os de su hija. Tan fr&iacute;vola como convenida, la protagonista es la autora de libros de autoayuda, pero conforme avanza la trama, se revela que no es ella quien escribe, sino su asistente, Marta (Justina Bustos). Y que adem&aacute;s es incapaz siquiera de chequear lo que su escritora fantasma presenta.&nbsp;
En una de las escenas un lector le dice que uno de sus libros, &ldquo;le salv&oacute; la vida&rdquo;. Es inminente la reflexi&oacute;n sobre cu&aacute;nto hay puesto en esas personas p&uacute;blicas que sin conocerlas se miran con divismo y admiraci&oacute;n como si fueran superiores. Cu&aacute;nta credibilidad se les otorga a estos autores, incluso llegando a pensar en ellos como h&eacute;roes cuando la mayor&iacute;a de las veces sus ideas ni siquiera son propias.&nbsp;
La pel&iacute;cula invita al p&uacute;blico a identificarse a trav&eacute;s de la risa, con esta caracter&iacute;stica tan espantosa que hay generalizada: la de ser unos truchos. Y lo peor de todo es que muchas veces da resultado.&nbsp;
La pel&iacute;cula, que genera risas, tiene un ritmo de comedia que Valeria maneja muy bien, pero tambi&eacute;n se percibe una tristeza que se deja entrever sobre la trama humana. Bertha, adem&aacute;s de no conocer la culpa, tampoco conoce la verg&uuml;enza y eso la convierte en una estrella, tal cual sucede hoy con los famosos, en esta era de sobreinformaci&oacute;n sin c&oacute;digos.&nbsp;
Viaja con mucha iron&iacute;a junto con su amiga y abogada Carola, interpretada por Cecilia Roth, ilustrando la falta de valores en la que estamos inmersos como sociedad y la desesperaci&oacute;n de ser &ldquo;alguien&rdquo; a cualquier costo. Es que hoy en d&iacute;a estamos dispuestos a llegar a l&iacute;mites como ser escrachados, cancelados, y con eso resurgir para hacer prensa y plata. El personaje de Justina es clave para mantener el balance y que la escena sea efectivamente graciosa. Dentro de la ridiculez de la protagonista, Justina permanece en un tono de tristeza, decepci&oacute;n y soledad tan grande que hace que todos los peque&ntilde;os actos de maldad profesados por el personaje de Valeria tengan un valor y vayan a parar a la vida de alguien y la estropeen. Estas personalidades que concentran tanto poder y van por la vida destruyendo todo a su paso como hace una topadora por el monte, por lo general est&aacute;n tan obsesionados con quedar bien y acumular m&aacute;s poder sin pagar los platos rotos, que nunca reparan a mirar otra cosa que no sea su ombligo. Tienden a rodearse de gente sumisa a quien pueden manipular con facilidad. As&iacute; es el v&iacute;nculo que tiene Bertha con su asistente Marta, que se muestra con los ojos vidriosos y temblando durante toda la pel&iacute;cula por la frustraci&oacute;n y angustia a la que est&aacute; sometida mientras Bertha est&aacute; en su vida. Esta relaci&oacute;n que regala la directora como observaci&oacute;n est&aacute; tan bien tratada como el v&iacute;nculo que construye con su amiga Carola. Pasada la mitad de la pel&iacute;cula, m&aacute;s o menos, Bertha, Carola y Marta, salen a comer con una vieja amiga de ellas y terminan las cuatro tomando coca&iacute;na en el ba&ntilde;o como en una suerte de sex and the city pero con humanas y no prototipos de mujeres perfectas. Ah&iacute; el espectador alcanza cierta incomodidad por que para esa altura, est&aacute; involucrado con el personaje de Marta y molesta que le deje pasar todos los destratos a su jefa y se vaya de farra as&iacute; nom&aacute;s, con ella. Pero esto tambi&eacute;n se puede apreciar como muestra de c&oacute;mo las personalidades tan aplastadas como la de Marta, siempre terminan en la mayor de las psicopateadas que no es solamente la de ir frustrados a hacer papelones. Es tomar la de sus enemigos, mientras fingen que son amigos y planean estupideces.&nbsp;
Por &uacute;ltimo, la energ&iacute;a y la luminosidad de Carola, el personaje que encarna Cecilia resulta vital para el tejido de la historia. Puesto de manera simple Bertha es la &ldquo;mala&rdquo; Marta es la &ldquo;buena&rdquo;, y Carola tiene un poco de ambas, y eso la humaniza de tal manera que le aporta la credibilidad necesaria a la historia y hace que el espectador se sienta c&oacute;mplice.&nbsp;

Culpa Cero por Mía Flores Pirán

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