Se crió entre huertas agroecológicas y movilizaciones en defensa del ambiente. A los 16 años conoció a Greta Thunberg y participó en un reclamo de jóvenes de todo el mundo a las Naciones Unidas.  Chiara Sacchi dice
que “el futuro será verde o no será”.

No tiene veinte a&ntilde;os todav&iacute;a, pero habla con una seguridad antigua. Sabia. Ser&aacute; que <a href="https://www.instagram.com/chiarsacchi/?hl=es">Chiara Sacchi </a>(algo de madonna renacentista, mucho m&aacute;s de pu&ntilde;o en alto y ojos alertas) viene de un reino hecho de hojas, cucharones, sartenes y reuniones llenas de gente. No hay met&aacute;fora aqu&iacute;: su madre, Perla Herro, es una referente en el mundo de la cocina natural y portavoz del movimiento Slow Food, una iniciativa surgida en Italia en los noventa como reacci&oacute;n a la eclosi&oacute;n de la comida r&aacute;pida. Ese universo, que en los pand&eacute;micos tiempos que corren suena a para&iacute;so perdido, fue para Chiara una especie de curso acelerado en temas tales como cultura gastron&oacute;mica, soberan&iacute;a alimentaria y justicia social, aunque para ella son solo tres facetas del mismo reclamo: un mejor modo de vivir y un mundo donde quepamos todos.

&ldquo;Hoy me defino como militante socioambiental, feminista y parte de una organizaci&oacute;n llamada <a href="http://jovenesporelclima.com/">J&oacute;venes por el Clima</a>, que cree en un ambientalismo popular y para todos. Y yo creo en eso, porque durante mucho tiempo se vio a la ecolog&iacute;a como algo elitista, casi una de las formas de la jardiner&iacute;a, y nada que ver. La ecolog&iacute;a es mucho m&aacute;s que reciclar y hacer masa madre&rdquo;, dice, y se r&iacute;e. &ldquo;Porque es eso, pero tambi&eacute;n much&iacute;simas otras cosas m&aacute;s profundas y trascendentes&rdquo;. Con ella todo es as&iacute;, de altos y bajos. Pasa de la carcajada a una seriedad como de otro tiempo y otra edad. Despu&eacute;s sigue. &ldquo;El ambientalismo en el que creo se ocupa de todas las desigualdades: la social, la de g&eacute;nero, la de acceso a la tierra. Aunque cuando comenc&eacute; con esto fue casi como un juego, una cosa de acompa&ntilde;ar desde chiquita a mi mam&aacute; en sus actividades&rdquo;, recuerda hoy. &ldquo;Com&iacute;amos, discut&iacute;an cosas, yo quiz&aacute; mucho no entend&iacute;a, pero con el tiempo aprend&iacute; y me puse a leer. A los 14 me sum&eacute; a la movida porque me parece que los alimentos sanos, seguros y soberanos son un tema clave. Ser&aacute; que me mandaron a un colegio parroquial pero de barrio, con unas monjas superinteresantes que hac&iacute;an trabajo social en las villas y que adem&aacute;s promov&iacute;an las huertas, el reciclado, todo eso&rdquo;. Para Chiara, de hecho, la recuperaci&oacute;n de la materia org&aacute;nica era casi una asignatura m&aacute;s en el secundario. &ldquo;Ten&iacute;amos la compostera en medio del aula y siempre hab&iacute;a olor a verdura en el aire. Y eso es bueno, es una manera de que entiendas desde chica lo clave que es la alimentaci&oacute;n en tu vida, y que no todo es ir y comprar en un s&uacute;per. El alimento es otra cosa&rdquo;.

Explica que con cada comida millones de humanos deciden en qu&eacute; mundo quieren vivir y es por eso que desde hace a&ntilde;os apuesta al veganismo y a la agroecolog&iacute;a. Su historia la ayud&oacute; a tomar conciencia de la alimentaci&oacute;n como un gran c&iacute;rculo virtuoso en el que productores y consumidores son apenas dos momentos de la misma rotaci&oacute;n. Y hace tres a&ntilde;os, este punto de vista llev&oacute; a esta chica de Haedo a Nueva York, a compartir debates y reclamos nada menos que con la activista ambiental sueca <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Greta_Thunberg">Greta Thunberg</a>. &ldquo;Greta es lo m&aacute;s. Tiene s&iacute;ndrome de Asperger y eso es parte de su encalnto: no tiene pelos en la lengua, lo que la hace una referente de la ostia. Es chiquita, esmirriadita, pero se sienta frente a un micr&oacute;fono y la descose. Es muy, muy poderosa&rdquo;, cuenta. Pero, &iquest;c&oacute;mo fue que Chiara lleg&oacute; a conocerla y a compartir con ella nada menos que una conferencia de prensa en las Naciones Unidas?&nbsp;

&ldquo;Fue todo muy, muy loco, pero con sentido. En 2019 y a trav&eacute;s de un amigo cocinero me contact&oacute; una ONG llamada Herederos de nuestros oc&eacute;anos. Trabaja con j&oacute;venes en la protecci&oacute;n de la biodiversidad y buscaba una activista ambiental joven para una movida que iban a hacer en las Naciones Unidas. &iquest;Viste cuando pens&aacute;s que algo no puede pasar nunca, y pasa? Bueno, eso. Despu&eacute;s de algunos contactos por correo, unas entrevistas y dem&aacute;s, me invitan a ir. Me acompa&ntilde;an mis pap&aacute;s y reci&eacute;n entonces conoc&iacute; al resto del equipo. Eran chicos y chicas de todo el mundo, algunos con historias muy fuertes a ra&iacute;z del cambio clim&aacute;tico&rdquo;, cuenta.

Fotografías: Alejandra López Estilismo: Jorge León

Voz para las infancias

Un chico de una isla remota, a punto de naufragar en un mar de basura. Una chica llamada Greta que decidi&oacute; arrancar la revoluci&oacute;n un d&iacute;a a la vez y, con su movida de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fridays_For_Future">Fridays For Future</a> (Viernes para el futuro, una huelga y manifestaci&oacute;n de alumnos y alumnas suecos todos los viernes, para alertar sobre el cambio clim&aacute;tico) termin&oacute; llamando la atenci&oacute;n del planeta. Una chica de Brasil aterrada por el desmonte, y otra de Estados Unidos, Alexandria Villase&ntilde;or, que hab&iacute;a perdido su casa en los incendios de California. Y un franc&eacute;s, una alemana, un chico de Palau y as&iacute; hasta completar diecis&eacute;is activistas adolescentes de todo el mundo.&nbsp;&nbsp;

Para ese entonces ya todos sab&iacute;an que la Convenci&oacute;n Internacional de los Derechos de Ni&ntilde;as, Ni&ntilde;os y Adolescentes obliga a las naciones firmantes a cumplir con una serie de compromisos, como asegurar un ambiente saludable. Ante el incumplimiento de varios pa&iacute;ses, la organizaci&oacute;n Herederos de nuestros oc&eacute;anos present&oacute; una demanda colectiva y decidi&oacute; que fueran justamente los j&oacute;venes &ndash;que deber&aacute;n convivir ma&ntilde;ana con las consecuencias de lo que no se est&aacute; haciendo hoy&ndash; quienes plantearan el reclamo.

&ldquo;Cada uno de nosotres representaba no solo a su pa&iacute;s sino a su cultura. Adem&aacute;s, la denuncia no es legal sino &eacute;tica. El reclamo fue a la Argentina, Brasil, Turqu&iacute;a, Francia y Alemania. Esto fue muy criticado en su momento. Nos preguntaron por qu&eacute; no hab&iacute;amos se&ntilde;alado tambi&eacute;n a Estados Unidos, China o Jap&oacute;n, que son algunos de los pa&iacute;ses m&aacute;s contaminantes. Pero lo cierto es que no todos firmaron la Convenci&oacute;n y que no todos los firmantes la ratificaron. Y los que lo hicieron &ndash;Argentina entre ellos&ndash; acordaron que si no cumpl&iacute;an con lo pactado, sus ni&ntilde;os ten&iacute;an derecho a denunciarlos ante las Naciones Unidas. Y eso hicimos&rdquo;, explica.

Lo que en principio iba a ser solo un documento escrito creci&oacute;, se modific&oacute; y lleg&oacute; a ser una idea mucho mejor: organizar una marcha y una conferencia de prensa, en donde cada uno contara la situaci&oacute;n ambiental de su pa&iacute;s. &ldquo;Recuerdo especialmente la historia de Litokne, un compa&ntilde;ero de las Islas Marshall que vive en una isla peque&ntilde;a, superprecarizado y con un Estado ausente. Cada noche, la marea sube y una oleada de basura cubre todo y destruye las casas. La gente entra en p&aacute;nico y le va a pedir ayuda al abuelo de Litokne, que es el cacique. Y Litokne cont&oacute; que, frente al cambio clim&aacute;tico, escuch&oacute; a su abuelo decir por primera vez &acute;No s&eacute;&acute;. Lo cont&oacute; con l&aacute;grimas en los ojos y nos emocion&oacute; a todos. Pero la sensaci&oacute;n es esa: hoy nos toca enfrentar situaciones que no provocamos y frente a las cuales muchos sinceramente no saben qu&eacute; hacer&rdquo;. A partir de historias tan dolorosas, Chiara opt&oacute; por rescatar su experiencia de militancia y salir un poco del discurso apocal&iacute;ptico. Y no porque quiera ignorar el sufrimiento de los otros sino porque est&aacute; convencida de que si hay movilizaci&oacute;n, hay esperanza. &ldquo;Ojo, no hay que irse a las Islas Marshall para ver c&oacute;mo el cambio clim&aacute;tico nos afecta, tenemos compa&ntilde;eros en El Bols&oacute;n que con los incendios lo han perdido todo. De all&aacute; volv&iacute; con la certeza de que hay mucho por hacer, que hay personas dispuestas a hacerlo y que yo soy una de ellas. La ecolog&iacute;a, el ambientalismo, la lucha contra los pocos que tienen el poder de destruir nuestras selvas, nuestros mares, para m&iacute; es clave. El compost y el reciclaje est&aacute;n muy bien, pero si no peleamos por las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas, si no ponemos este tema realmente en agenda, no vamos a llegar muy lejos. Por suerte veo que la juventud est&aacute; cada vez con m&aacute;s ganas de luchar por un futuro mejor para todos y todas. Hoy la clave es esa: involucrarse, aprender y salir a la calle&rdquo;.&nbsp;

Clara, como encendida

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